¿A quién se le ocurrió todo esto?

Si bien la formación de Chiara tiene que ver con la publicidad, la escritura la ha acompañado desde niña. Desde muy temprano, encontró en las palabras, la mejor herramienta para expresarse y más tarde entendió que, como ella, había mucha otra gente que no se dedicaba a la literatura, y aún así tenía el interés y la necesidad de escribir.

Fue así, que en el año 2015 inauguró su primer taller de escritura creativa. En su pequeño estudio de Miraflores, fue testigo de una transformación personal y colectiva que la hizo entender de la importancia, no solo de escribir, sino de compartir con otros lo que uno escribe.

Pero fue en abril del 2020, en plena cuarentena por el coronavirus, que Rock the Bubble comenzó a tomar otras dimensiones. Chiara, aunque bastante escéptica por dictar clases remotas, se animó a armar grupos de escritura que hasta el día de hoy permanecen juntos. En vista de que no podía dictar más talleres de los que ya daba, fue motivada a impulsar a sus mejores alumnos a dictar más talleres. Y fue así como la burbuja empezó a crecer y más participantes empezaron a formar parte de ella. Hoy son 15 grupos y más de 170 personas las que forman parte de esto.

De todas formas, Chiara es quien se encarga de preparar las clases y las consignas que todos los alumnos en los distintos talleres reciben. Es una fanática del estudio de la escritura, de sus procesos y dinámicas. Ha escrito dos libros (“Lo que pienso de” y “Este diario llega gracias al gentil auspicio de Wuhan”) y editó los libros “Solo se lo diría a un extraño” y “La vida es una tómbola”, donde recopiló los mejores textos de sus talleres, incluyendo textos propios. En el año 2023 publicará su primera novela.

¿Quiénes son los guias en este viaje?

Carolina Cano (Lima, 1985)
Actúo por pasión, bailaba por conexión, pasé algunos años produciendo por necia, leo para extenderme y escribo para liberarme. Siempre escribí para mi, nunca, jamás para ser leída. Ahora se ha convertido en un gran momento. Tan mío, tan nuevo. Escribir me permite jugar, crear, soñar y contar la verdad sin miedo, aunque nunca sepamos si esa verdad es del todo cierta. Resulta ser un juego, y ¿a quién no le gusta jugar?

Alonso Roggero (Lima, 1971)

Soy Alonso, y me dedico hace mil años a diseñar y operar inolvidables viajes en Perú para exploradores exigentes. Además, cuando el tiempo me lo permite, salgo de Lima a recorrer el país en moto. Durante esas aventuras, mientras atravieso algún paisaje insólito, logro aislar mi mente de toda fuente de estrés y conectarme conmigo mismo. Una versión muy parecida de ese placer me lo da el proceso que implica escribir para las consignas semanales de Rock The Bubble. Me ilusiona mucho poder guiar a otros integrantes en expediciones similares y espero que las disfruten tanto como yo.

Marcos Armstrong (Lima, 1990)

Mi nombre es Marcos. Así, con S, en plural. Nombre de mobiliario. Como ventanas o puertas. Marcos. Quizás por eso me gusta la carpintería. Pero es improbable, porque nadie me conoce por mi nombre, sino por mi apodo “Chipi”. En fin, también me apasiona la comedia, el mar y las caminatas sin rumbo. Estudié leyes, pero nunca ejercí como abogado. La palabra escrita me ha acompañado siempre, antes como lector y ahora como escribano pandémico. El proceso de escritura me resulta un gran misterio. A veces la idea está ahí, esperando, como una camisa planchada colgando de un gancho de alambre. Otras veces hay que desenmarañar una madeja de hilo y ponerse a coser. Acompañar a otras personas en el proceso de escribir es una idea que me llena de entusiasmo y sobre todo, de mucha curiosidad.

Claudia Pareja (Lima, 1985)
Podría decir mucho pero Claudia nos dice esto:

Soy Claudia, trabajo en arte y escribo. No sé si escribir me hace escritora, pero si un día me quieren presentar como “ella es Claudia y es escritora” me van a sacar una sonrisa. Fui abogada, estudie psicoterapia psicoanalítica, enseñé yoga dos años, y durante todo ese tiempo escribí. Chiara dice que mi estilo es ‘japonés’. Quiero pensar que ella me imagina como la versión literaria de O’Ren Ishii en Kill Bill, pero eso es poco probable así que prefiero no preguntarle. Enseñar a escribir es para mi como enseñar a mentir bien, mirando a los ojos, sin que tiemble la voz ni se agite el pulso. Tiene algo de arte y mucho de encontrarle placer al asunto.

Gre Rothkopf (Buenos Aires, 1982)

Soy Gre, si me dices Gretel asumo que estas enojado. Impulsiva, confiada, y siempre en proceso. Actriz de profesión, abogada frustrada, mamá por vocación, (¡lo que aún me sorprende!) Nómade por naturaleza, cuento con más de treinta mudanzas en mi existencia. Quizás escribir sea mi modo más permanente. Por eso me aviento al desafío de acompañar a otros en sus escrituras.

Deborah Trapunsky (Santiago, 1993)

Yo soy Deborah. No tengo segundo nombre pero no me quejo porque podría haber sido Dora. Solía ser arquitecta y ahora me dedico full time a mi panadería. Amo comer buenazo y cocinar, más aún si es para compartir con los demás. Escribo porque ahí me entiendo mejor que en la vida real y porque estoy ligeramente obsesionada con registrar el tiempo y lo que pienso. Nada más incómodo y revelador que leerte desde tu propio futuro.

Diego Galindo (Acarigua, 1977)

Yo soy Diego, y no, nadie me consultó antes de usar esa foto en la que salgo con el copete de Pájaro Loco, gracias Chiara. Trabajo en el mundo de los barcos de carga desde hace mil años, pero lo que me apasiona es montar bici en los cerros. Escribo porque me cuesta expresarme de otras maneras, y a la vez porque soy un exhibicionista al que le gusta calatearse un poquito frente a los demás. Ahora me encanta la idea de ayudar a otros a explorar ese medio.

Fiorenza Bragagnini (Lima, 1981)
Esa mitad de mi que no se ve en la foto es la mitad que se desnuda cuando escribo. La sinvergüenza, la que disfruta del vértigo de lo irreverente y la que se quiebra liberando a sus fantasmas. Esa mitad es la que me susurra lo que a gritos no quiero escuchar, es la que dice y hace lo que quiere, pero sobre todo lo escribe y publica sin dudar. Estudie derecho y la calle me pincho el globo, hice un máster en Barcelona un poco por el máster, un poco por Barcelona. Fui florista por algunos años, luego coach y ahora escribo (aunque siempre escribí). El taller de escritura me devolvió una libertad que tenia perdida y lo hizo cuando más encerrada estuve. Escribir me sana, nunca sé muy bien de qué, pero me sana.

Eso es lo que quiero compartir ahora con los que se atrevan hacerle frente y darle alas a esa libertad.

Jose Dammert (Quito, 1989)

Me llamo José Antonio, como el Chalán de Chabuca. Nací en Ecuador, crecí en Lima, estudié en Italia y vivo en México. Me cuesta quedarme mucho en un solo lugar y por eso me dedico a la actuación y la escritura. Muchos me llaman “inestable”, yo prefiero “aventurero”. Al final del día, frente a la hoja en blanco recurro a mis experiencias, y cuando empiezan a agotarse me doy cuenta que es hora de emprender un nuevo viaje. Ahora comienza el de la enseñanza, pero estoy seguro que será más de aprendizaje.Eso es lo que quiero compartir ahora con los que se atrevan hacerle frente y darle alas a esa libertad.

Patrick Huggard-Caine (Lima, 1978)

Soy Patrick. Pintor frustrado. Economista que se dedica a otras cosas. Cocinero por afición. Soñador por adicción. Escribo como catarsis, como ejercicio de disciplina y porque siento que es un desafío secuestrar la mente de alguien y transportarlo a otro lugar. Aunque solo sea por unos minutos. Creo en las máquinas del tiempo, de teletransportación o de mutación ensambladas como artefactos de 350 palabras en una hoja de papel.

Chacho Wu (Lima, 1972)

Pocos me llaman Juan Alberto, nombre que recibí como legado de mi padre. Me siento más cómodo con Chacho. No preguntes de dónde vino esa chapa porque bajo los estándares de hoy, la explicación seria políticamente incorrecta, aunque en este taller nada es políticamente incorrecto. Vivo en constante conflicto entre una infancia lejos del contacto oriental y el cariño latino. Hoy me confieso más de acá que de allá.

Raúl Baltar (Vigo, 1963)

Soy Raúl. He sido banquero y ahora soy empresario, aunque quizás no haya mucha diferencia. Sonrío porque siempre hay un motivo. Soy optimista incluso sin motivos. Me gusta correr. No escapo de nada y en todo caso lo hago para alcanzar mil sueños. Leo muchísimo y eso me preparó para escribir, aunque es la inspiradora Miss, Chiara Roggero, la que le da sentido a eso. Y soy profesor, quizás, lo más importante.

Chiara Roggero (Lima, 1981)
Yo soy publicista y escritora (cómo cuesta escribir esa palabrota). Además estuve metida en el mundo del teatro como dramaturga y directora. Alguna vez también tuve una columna deportiva para El Comercio. Pero sin duda lo que más disfruto hacer hoy es dictar mis talleres de escritura. Porque aunque les hago creer que la que enseña soy yo, siempre soy yo la que sale aprendiendo más y sin duda la que más termina riéndose. A mí me gusta escribir simple y sin rodeos. Siempre que se pueda le inyecto un poco de mi humor que suele ser un poco ruin. Me gusta escribir sobre las cosas que me pasan. Cosas pequeñas, cotidianas, que le ocurren a todo el mundo y a veces solo a mí. Siento que es la forma más honesta que tengo de conectar con quienes me leen.

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